Alphonse Daudet

Juan, joven provinciano, conoce a Safo una mujer de los bajos fondos de París bastante mayor que él pero que sigue siendo bell…

-¡Levántese la acusada! -dijo el presidente. Algo se movió en el horrible banquillo, y un ente informe, titubeante, se a…

Se llamaba Stenne, el pequeño Stenne. Era un niño de París, débil, paliducho, que lo mismo podía tener di…

Beba usted ésto, beba usted ésto, mi querido vecino; verá usted lo que es bueno. Y, gota a gota, con la minuciosidad …

Nuestra pequeña escuela ha cambiado mucho desde la marcha del señor Hamel. Cuando él estaba aquí teníamos…

Al leer su carta, señora, me ha asaltado algo así como un remordimiento. Me he recriminado el color pesimista de mis cuentos y…

¡Tilín!... ¡Tilín!... ¡Tilín!... La misa de media noche comienza. En la capilla del castillo, que es …

Las naranjas tiene en París el triste aspecto de frutas caídas, que se toman junto a los árboles. Cuando llegan, en pl…