Enrique Anderson Imbert
Licantropía
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





Me trepé al tren justo cuando arrancaba. Recorrí varios coches. ¡Repletos! ¿Qué pasaba ese día? &iq…
La muerte
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos pero con la cara tan pálida que a pesar del mediodía parec&…
El leve Pedro
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





Durante dos meses se asomó a la muerte. El médico refunfuñaba que la enfermedad de Pedro era nueva, que no había…
Las últimas miradas
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





El hombre mira a su alrededor. Entra en el baño. Se lava las manos. El jabón huele a violetas. Cuando ajusta la canilla, el ag…
La montaña
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





El niño empezó a treparse por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta,…
Una plaza en el cielo
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert





Etelvina y Luis van a casarse. En vísperas de la boda, Luis muere. Etelvina se resigna porque confía en que volverán a …
La foto
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert
Jaime y Paula se casaron. Ya durante la luna de miel fue evidente que Paula se moría. Apenas unos pocos meses de vida le pronostic&oa…
Las estatuas
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert
En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor más famoso. Cier…
Tabú
Leído por Alba
Enrique Anderson Imbert
El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro: -¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto…