Teodoro Baró

El mosquito

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Teodoro Baró



En un país donde nunca hacía frío ni jamás era excesivo el calor, siendo constante la primavera, reinaba un pr&i…

La conciencia

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Teodoro Baró



En aquellos tiempos en que los guerreros iban completamente vestidos de hierro, vivía un hombre muy poderoso, pero muy malo, tanto qu…

Antonieta

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Teodoro Baró



Cuando nuestros primeros padres fueron expulsados del Paraíso después de haber cometido el primer pecado, el diablo, a quien e…

La vuelta al mundo

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Teodoro Baró



I Hacía muchos años que Francisco, un hortelano que vivía con algún desahogo cultivando con esmero coles, berzas…

Los rosales

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Teodoro Baró



Una reja separaba los jardines de dos casas de Sevilla, allá por el año 1630. El uno era muy grande y correspondía a un…

Mi hogar

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Teodoro Baró



Allá, cabe la frontera,  teniendo el mar por espejo;  por techumbre la azulada  bóveda …

Las golondrinas

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Teodoro Baró



Las golondrinas aparecieron en el horizonte, se fueron acercando y comenzaron a describir círculos por encima de la casa de Isidro. L…

El gorrión

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Teodoro Baró



Nací debajo del alero de un tejado. Cuando rompí el cascarón y miré por la abertura del nido, todo me pareci&oac…

La perla

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Teodoro Baró



-Con fe y perseverancia, todo se alcanza. Así decía un padre a sus hijos, hace de esto muchos años, tantos, que forman …

Las cerezas

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Teodoro Baró



Juanito tenía diez años; unos ojos grandes como manzanas y negros como moras y labios semejantes a su fruta favorita, las cere…

Las castañas

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Teodoro Baró



La familia de Juan Honrado estaba reunida alrededor del hogar donde se levantaba una hermosa llama y chisporroteaban, gimiendo antes al solt…

La hiedra

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Teodoro Baró



Rafaelito tenía un humor muy negro porque su padre le había castigado. Verdad es que el castigo no es cosa agradable y que pon…

La muñeca

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Teodoro Baró



Enriqueta estaba loca de contento pues había llegado el instante, para ella tan deseado, de ir a la quinta de los Rosales, situada en…